Este artículo fue publicado por derechoaleer en la Revista Users Nº 236 del mes de diciembre de 2010 - La lista completa de artículos en UsersFinales


Copy/Plagio en la era digital

Inconfesable práctica, pero cada vez más común, el "copia y pega" como forma de producción intelectual, escandaliza en universidades, editoriales o redacciones. Pero la dureza con que se condena el plagio corresponde también con una interesada visión de autor y creación, que la revolución digital contribuye a poner en crisis.

La figura del plagio, es decir tomar como propia una producción ajena atribuyéndose explícita o implícitamente su autoría, frecuentemente se toma como una falta tan grave, que una vez desenmascarado el plagiador, pesará sobre aquel como un estigma de por vida: cualquier cosa se le perdona a un autor, imposturas ideológicas, desvergonzadas concesiones a condicionamientos mercantiles, impúdicos narcisismos o provocaciones de toda índole... pero una vez cruzada la linea tabú del plagio, parece que ya no se vuelve.

Sin embargo, no siempre el plagio mereció un juicio tan severo. En otras épocas, como en la antigüedad o en la edad media, no acarreaba connotaciones tan negativas (ver Shakespeare también...). Tampoco la idea de autor u originalidad tenían el protagonismo que le damos ahora.

Lejos de pretender realizar una apología, el objetivo de esta nota será mostrar como esta valoración tan terminante sobre el plagio, se corresponde sólo con cierta concepción del autor surgida en un contexto cultural particular —aunque moderno, ya bastante lejano en el tiempo— y relacionado con ciertas tecnologías de producción; y como la nueva era digital cambia ese panorama, valorizando otras formas, donde la idea de plagio como práctica execrable, al menos merece cierta reflexión.

Y hágase el Autor

Cuando Gutenberg inventó la imprenta de tipos móviles, inauguró un modelo de producción de libros donde el rol del autor y su relación con la distribución y circulación de sus obras, pasó de ser algo completamente informal e incierto, a una relación económica y jurídica cuidadosamente instituida. Si antes, para copiar un libro manuscrito, el copista amanuense no sólo no necesitaba ningún permiso, sino que además se tomaba generosas libertades para realizar cambios en la obra, con la imprenta esta relación entre original y copia (y permiso para copiar) cambió abruptamente.

Poner en marcha la impresión de una tirada de libros, requiere la inversión de capital y como toda operacion financiera, demanda instrumentos legales que regulen el mercado y reduzcan los riesgos: si un libro es un éxito de ventas, impedirle a otros editores publicarlo, garantiza la totalidad de las rentas para el dueño del monopolio. La cuestión de la propiedad sobre las obras deja de ser entonces un debate abstracto: asegurarse la exclusividad sobre la impresión de ciertos libros es la clave del negocio. La primer ley sobre copyright, el Estatuto de la Reina Ana, data de 1710, cuando los impresores ya conformaban un sector económico que demandaba regulación. ¿Cómo influyó esta estructura juridica y económica sobre el papel asignado al autor en el panorama cultural?

Que mejor para fundamentar ese orden legal, que sostener la paternidad del autor sobre las palabras escritas como un principio absoluto, y por tanto, su derecho a declararlas como propiedad privada. Evidentemente, concebir al autor como un «Genio Creador», que «crea» su obra desde la nada (como sólo pueden hacerlo los dioses), es mucho más funcional a ese orden, que pensar que "las prácticas artísticas son sociales y las ideas no son originales sino virales: se unen con otras, cambian de forma y migran a otros territorios"1, o que "el texto es un tejido de citas provenientes de los mil focos de la cultura"2 y que el autor "se limita a imitar un gesto siempre anterior, nunca original; el único poder que tiene es el de mezclar las escrituras"3. Definiciones estas últimas, mas actuales, destinadas a cuestionar aquella interpretación romántica del Autor (o decretar su muerte). ¿Cuál de estas dos concepciones se lleva mejor con las formas de producción de textos, imágenes o música que experimentamos hoy, en internet?

Estudiantes copy/paste

Las nuevas tecnologías no cabe duda, facilitan y fomentan el plagio. Imaginemos un plagiador de la época analógica transcribiendo manualmente, palabra por palabra, el texto a ser plagiado, una tarea bastante más tediosa que el copy/paste de hoy; sin embargo, las herramientas digitales más poderosas al servicio del plagio son más bien la posibilidad de acceder a una fuente inagotable de textos, como es internet, y los siempre bien dispuestos buscadores que dan rápidamente con aquel material cuyas dosis de pertinencia, calidad y desconocimiento, ameritan el plagio.

Durante esta década muchas universidades e instituciones educativos se han interesado en estudiar el avance de la práctica del "ciber-plagio" por parte de los estudiantes, en tesis y monografías. Se habla de cifras preocupantes, las más conservadoras refieren que el 40% de los estudiantes han plagiado total o parcialmente en algún momento de su carrera académica, otras dicen el 75%. Lamentablemente, estos estudios sólo sirven para escandalizar a los investigadores ante el avance de "la plaga" y como mucho, proponer herramientas de vigilancia (ver Herramientas "anti-plagio"). Pero poco se problematiza la cuestión de fondo. De la misma forma que la teoría literaria ha abordado el concepto de "intertextualidad" (básicamente, casi otro eufemismo para plagio), desde el ámbito educativo debería reflexionarse desde una mirada algo menos prejuiciosa. Quizá haya que quitar el foco de encima a los estudiantes —y a las TICs o internet como un problema— y ponerlo en el nuevo contexto: internet es una expresión contundente de construcción colectiva, donde la mezcla, el collage, y las obras colectivas definen el paradigma de generación del conocimiento. Quizá "copiar y pegar" no esté tan mal en todos los casos.

Economía copy/paste

Cualquiera que escriba o navegue blogs, se habrá dado cuenta que el copy/paste de textos, no sólo es una práctica corriente, sino que también establece una forma valoración. Todo bloguero está esperando ver su texto reproducido por media blogósfera —claro que acompañado del correspondiente enlace. Sin embargo, aun sin enlace (¡cita incluso más importante que su propio nombre!) cuesta no reconocer en este ámbito, como hasta ser plagiado es en cierta forma un beneficio para el autor como forma de reconocimiento: un par de googleos siempre dan rápidamente con el original.

No se trata de un repentino ataque de generosidad por parte de los autores de blogs, hay una realidad económica detrás de tanta afinidad por la copia: internet es un mercado de la atención y no de las copias. Los ingresos en la red son proporcionales al numero de visitas, y las referencias desde otros sitios proveen visitas, posicionamiento, atención. Al contrario que el mundo analógico, la copia de los otros siempre es una buena noticia para el copiado: recibir atención. Para un medio saturado de contenido, "atención" significa obtener lo único que escasea en la red. Entonces, más allá de las consideraciones éticas que también hay que atender, cabe reflexionar sobre los condicionamientos económicos que rechazan o promueven el plagio. En el ámbito digital hasta el plagio más artero, termina beneficiando a la fuente original —si se entiende la lógica de la red: en un mercado de textos de primera y segunda mano, siempre la presencia de los segundos, beneficia a los primeros.

Cultura copy/paste

"La muerte del autor" no es concepto nacido de la "Web 2.0". Como ya mencionamos, hace décadas que la crítica literaria viene cuestionando la visión romántica del autor como "genio creador", que tuvo su apogeo en el S. XIX. El semiólogo francés Roland Barthes escribió su famoso ensayo4 sobre la cuestión hace ya varias décadas. La idea del autor como reproductor y no como «creador» no es una idea nueva, sólo que para muchas comunidades nacidas en la red, esta concepción de la autoría, más que teórica, es una práctica cotidiana, desde la producción textos colectivos (como Wikipedia) hasta los remix audiovisuales (como los que abundan en Youtube).

Tampoco el remix, el collage, o la reutilización de fragmentos obras anteriores en obras nuevas son formas novedosas de creación. Las vanguardias dadaísta y surrealista a principios del siglo pasado, ya postulaban el rechazo a la originalidad, y proponían la escritura impersonal, o colectiva. El cadáver exquisito por ejemplo, es una ocurrencia surrealista donde cada cual agrega palabras o imágenes a la obra, sin ver que agregaron los demás. Duchamp no tuvo problemas en reproducir la Giocconda y agregarle bigotes en su celebre LHOOQ. Como señala Josefina Ludmer "como el plagio conlleva una serie de connotaciones negativas los que exploran su uso lo han camuflado con otras palabras: ready-mades, collages, intertextos, apropiaciones."

Sin duda, la Galaxia Internet, ha favorecido ciertas formas de creación, que muchos han llamado "cultura copy/paste" donde no sólo se copia y pega profusamente, sino que además los consumidores son también productores ("prosumidores"), y lo producido está a disposición de todos, sin restricciones. Dentro de ese contexto donde la originalidad y la autoría son conceptos mucho más vagos, la monolítica idea del plagio como un pecado capital, como dijimos al comienzo, vale la pena ser revisada.

Notas

(1) "Sobre el Plagio" por Josefna Ludmer http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/subnotas/3843-615-2007-05-27.html

(2), (3) y (4) "La muerte del autor" Roland Barthes. 1968.


Herramientas "anti-plagio"

Hay varios sitios y aplicaciones que ofrecen el servicio de detectar plagios por la web, ya sea para que un bloguero descubra si por alguna parte de internet hay contenido propio duplicado, o para profesores que buscan si las monografías presentadas por sus alumnos no son más que un copy/paste de sitios como "El rincón del vago", que ofrecen a sus visitantes trabajos terminados y listos para entregar.


Shakespeare también pasó por plagiarism.org

Antes de la Ilustración, no pesaban sobre el plagio valoraciones morales tan negativas como las actuales. La noción de propiedad literaria también es una concepción moderna, razón por la cual, abundan las obras anónimas en la antigüedad y la edad media, cuando el protagonista era el texto (o las historias difundidas oralmente), más que el autor. En su época, Shakespeare siendo ya famoso, fue acusado de plagiar o arreglar textos de otros autores menos conocidos que él. No era la excepción, otros plagiarios ilustres muchas veces mencionados son nada menos que Homero, Sófocles, De Quincey o Molière.

Para sumar más controversias al caso del Bardo, en 2009 expertos en detección de plagio, aplicaron el software utilizado por plagiarism.org —sitio dedicado a detectar trabajos copiados por estudiantes— a una obra de Shakespeare. La conclusión del experto fue que "El Reinado de Eduardo III" fue escrita por el autor de Hamlet en colaboración con Thomas Kyd, otro autor teatral de la época, aunque la obra no le fue atribuida.

Pero como comentó el mismísimo Shakespeare acerca de los «prestamos» tomados de otros autores: "es como sacar una chica de la mala sociedad e introducirla en la buena".


El misterioso caso de Luther Blissett

Entre los logros más destacados atribuidos a Luther Blissett, se cuenta haber realizado elaboradas burlas a los medios masivos de comunicación: fingir su desaparición para un programa televisivo dedicado a armar sus shows a partir de la búsqueda de personas, o gestando falsas noticias algo bizarras que terminaron en los titulares de los diarios o en el horario central de la TV. Luther Blissett también publicó decenas de libros por todo el mundo, el más famoso, la novela "Q". En realidad Luther Blissett es un personaje ficticio, que se nutre de la complicidad de artistas, activistas y performers contestatarios, especialmente críticos a la propiedad intelectual, los medios masivos y la idea de autoría. Del "Luther Blissett Project" y la exitosa novela "Q" (que se tradujo a varios idiomas) se desprendió el grupo "Wu Ming", conformado por varios escritores que, utilizando ese seudónimo colectivo, publican sus obras bajo Creative Commons. Quizá lo más importante que hay que decir sobre Luther Blissett es que "Cualquiera puede ser Luther Blissett sencillamente adoptando el nombre de Luther Blissett".


[[!img Luther Blissett]
http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Luther_Blissett.jpg

[[!img Estatuto de la Reina Ana]
http://en.wikipedia.org/wiki/File:Statute_of_anne.jpg

[[!img No copypaste]
http://www.derechoaleer.org/images/2010/no-copypaste.png

[[!img http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/a/a2/Shakespeare.jpg/468px-Shakespeare.jpg]
http://en.wikipedia.org/wiki/File:Shakespeare.jpg

[[!img Wu Ming]
http://en.wikipedia.org/wiki/File:Photo_wuming.jpg

[[!img Roland Barthes - La muerte del autor]
http://en.wikipedia.org/wiki/File:RolandBarthes.jpg

[[!img LHOOQ]
http://en.wikipedia.org/wiki/File:Marcel_Duchamp_Mona_Lisa_LHOOQ.jpg

[[!img http://sociology.camden.rutgers.edu/jfm/plagiarism/plagiari.jpg]
http://sociology.camden.rutgers.edu/jfm/plagiarism/plagiarism-jfm.htm

[[!img turnitin logo]
http://www.aldis.com.au/AboutPlagPrev.htm

[[!img http://geckoandfly.geckoandfly.netdna-cdn.com/wp-content/uploads/2006/05/copyscape_plagiarism_warning_search_enginejpg.jpg]
http://www.geckoandfly.com/137/copyscape-plagiarism-search-engine/


+links

Ensayos sobre el plagio

Historia del copyright y estatuto de la Reina Ana http://en.wikipedia.org/wiki/History_of_copyright

Shakespeare

El plagio en el tratado de Paul Otlet - Google Books Paul Otlet - Tratado de documentacion, el: El libro sobre el libro